Aun cuando cumplen cabalmente con las responsabilidades que conlleva ser madres, hijas, amas de casa y profesionales, expertos en psicología exhortan a no perder de vista su rol como mujer.
Por Marianne Colmenárez
Ana María Sequera recién cumplió 44 años, es ingeniero civil y madre de Guillermo, un despierto e inquieto niño de 10 años. A diferencia de aniversarios anteriores, sin pensarlo mucho decidió ir a la playa a celebrar y agradecer a Dios por el don de la vida.
En esta ocasión se fue de paseo sin pensar en el gasto que esta salida ocasionaría, ni sentir culpa por el tiempo invertido y sin preocuparse por si iba acompañada de un grupo de amigos, viajó únicamente con su hijo y madre.
Así como muchas mujeres latinoamericanas, ella no eligió la condición de ser madre soltera. Luego de una separación hace más de seis años, viene asumiendo su maternidad prácticamente sola.
Sus días los pasa trabajando en proyectos de construcción, ayudando a Guillermo en sus deberes escolares, luego los quehaceres domésticos y saliendo rapidito al supermercado dos veces por semana, para adquirir cualquier artículo que le haga falta.
“El estrés que me genera el aspecto económico y el mantener todo en orden, me ha causado algunas afectaciones de salud que estoy tratando con especialistas”, relata Ana.
Gracias a terapias psicológicas, talleres de desarrollo personal, a su círculo de amistades en situaciones similares y eucaristía dominical, ha podido superar muchas situaciones. Ana se mantienen firme en su fe, con la esperanza de sentirse cada día mejor y rehacer su vida afectiva.
Mirada de los especialistas
Carlos Herrera, psicólogo y terapeuta de parejas, afirma que son cada vez más frecuentes los casos de mujeres padeciendo estrés parental. “Cuando hay altos niveles de estrés, aumenta el nivel de cortisol que le mantiene como en un estado constante de amenaza frente aquellas cosas que requiere resolver, estabilizar o equilibrar”, explicó.
“Cuando la mujer reduce su vida a ocupar su tiempo únicamente en los asuntos del hogar, profesionales y de maternidad, generan una sensación de ver disminuidas las posibilidades de rehacer su vida desde el punto de vista sentimental, simplemente porque no hay tiempo para eso”, señaló Herrera.
Para la psicóloga clínica Débora Urribarri, “una madre estresada puede ver interferido el vínculo con sus hijos, y si su nivel de angustia es muy elevado puede no responder empáticamente a sus necesidades afectivas”.
Señala que, a las mujeres solas, que deben hacer frente a la manutención familiar, les corresponde llegar a un equilibrio entre sus exigencias laborales y su rol materno.
“Es muy común que una madre trabajadora se sienta culpable y agobiada. “Ser super eficiente en el trabajo y ser una madre perfecta no es real”, dijo Urribarri.
Asegura que la clave es ser gentil consigo mismas, “el doble rol implica que hará lo que pueda y eso será suficientemente bueno, lo contrario es cargarse de un estrés y una culpa innecesaria”.
Tome las riendas de su vida
Sea cual sea la causa de esta situación, la Iglesia admira el coraje de las madres que, aún en condiciones poco favorables, aceptan con valor y amor la vida que han engendrado y tratan siempre de ofrecer lo mejor a sus hijos.
Ambos expertos coinciden en la necesidad de ir abriendo espacios para desarrollar y potenciar el hecho de ser mujer. Que el autocuidado incluya tener acompañamiento profesional y espiritual que la ayuden a canalizar y a manejar sus emociones. Algunas sugerencias son:
- Generen un grupo de familiares, amigos y otras madres con quienes se pueden apoyar para organizar espacios que compartan juntos para el autocuidado.
- Conseguir un nuevo pasatiempo o pasión puede motivarle a salir, recrearse y como consecuencia se sentirá mucho mejor consigo misma.
- No dude en invertir en su salud e imagen, programe una cita en un salón de belleza, spa y por qué no una terapia que le ayude a superar esta etapa de su vida.
