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Educación liberadora que cambia vidas en entornos rurales y urbanos

Educación liberadora que cambia vidas en entornos rurales y urbanos

En 1952, se creó la parroquia de Fátima y se construyó el kínder “La casita de Fátima”, que hoy es la escuela Nuestra Señora de La Merced. Su costo anual de operación es de 500 mil dólares (el 80% de la planilla la paga el Meduca). En Burunga el costo es de 1 millón 500 mil dólares.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

Luego de trabajar en El Chorrillo, en un ambiente pesado que engendra violencia, con aguas servidas pululando por doquier y los edificios diseñados de manera apiñada, la Orden de Los Mercedarios, dirigida por Fray Javier Mañas, se percató de que la educación es la única herramienta con la que se puede ayudar a los niños y a sus familias para que busquen un futuro mejor.

 

«Si les dan las bases fundamentales de crecimiento humano, espiritual, psicológico, afectivo, de salud, el niño crece bien y sano”, dice Fray Mañas.

 

Por eso existe la escuela Nuestra Señora de La Merced, en El Chorrillo, un centro educativo que constituye un mundo totalmente distinto cuando se traspasan sus muros. Allí se respira alegría, paz, un ambiente agradable para aprender y para enseñar, con salones de cómputo y comedor escolar. Se oyen las risas de los niños, se palpa el deseo de aprender y se escuchan sus vocecitas con un mensaje de fe y de amor, dando la bienvenida a visitantes.

Pero la obra de los mercedarios no quedó allí. Tenían un terreno en Burunga y al visitarlo, se percataron de que había niños que no tenían acceso a la educación, y se lo ofrecieron a la comunidad. Todo comenzó con un centro para atender a niños de preescolar, llamado San Pedro Nolasco. Se dio atención a la primera infancia, con el apoyo de la Caravana de Asistencia Social.

Después, el proyecto tuvo mayor demanda, porque no había escuelas alrededor que pudieran albergar a esos niños que terminaban su preescolar.

En ese momento, el empresario católico y filántropo, Federico Humbert, se interesó en que Burunga tuviera un proyecto educativo de calidad en ese espacio ubicado en un bosque empinado, rodeado de un riachuelo. Fue entonces cuando comenzó la construcción, que ahora consta de varios edificios y el último será inaugurado el 22 de agosto próximo. Hoy día, el colegio se llama Federico Humbert.

Para llevarlo a término, se creó la Fundación Educativa San Pedro Nolasco a la cual se unieron las fundaciones Asociación Religiosa Los Mercedarios, la Asociación Pro Niñez Panameña, la Fundación Sus Buenos Vecinos y la Fundación Federico Humbert, para que el proyecto tuviera sostenibilidad y se asegurara su funcionamiento. Al frente ha estado Fray Mañas.

 

En Burunga laboran 47 docentes y 14 administrativos para atender a 636 estudiantes.

Qué ofrece

Allí se brinda desde estimulación temprana, para lo cual hay una sala donde se atiende a las madres y sus bebés en su crecimiento y desarrollo.

Burunga ha crecido rápido y sin urbanizar, sin agua, carreteras, ni escuelas adecuadas, lo que engendra problemas sociales, como ocurre en El Chorrillo.

La hoy escuela Federico Humbert es un proyecto hecho para darles dignidad a los niños, no solo porque su estructura es moderna e invita a permanecer allí, sino porque cuando van a los baños, están limpios, con papel higiénico, papel toalla, jabón líquido. Los salones son amplios y frescos, con aire acondicionado; los pasillos están tan limpios que los estudiantes se sientan en el piso con sus profesores a dar clases, libres y contentos. No hay escaleras a los pisos superiores, sino rampas.

En las áreas verdes los niños desarrollan talleres y sus maestros no gritan: simplemente usan micrófonos “de vincha”.

Y aun mejor: la enseñanza integral en valores complementa ese aprendizaje para la vida.

Eso les permite crecer con la mirada en alto, sabiendo que pueden aspirar a llevar una vida digna y ser buenos seres humanos.

 

En Burunga hay un entorno espacioso y rodeado de naturaleza.

Un sistema liberador

Lo importante de este sistema mercedario es liberar a las personas de la pobreza y ofrecerles una educación liberadora, por lo que, tanto en El Chorrillo como en Burunga, se centran en la atención del niño, en curar todas sus heridas afectivas y emocionales, también físicas.

 

Diferencia clave

La profesora Maribel Barría, directora de la escuela Federico Humbert, está convencida de que el colegio marca una diferencia importante: aparte de trabajar con los niños, se trabaja con la comunidad, con los padres de familia, valorando la parte humana y permitiendo que la formación del niño, integral y en valores, empiece desde bebé.

“Hemos notado que, empezando desde la estimulación temprana, a medida que los pequeños van avanzando, les vemos mejor desempeño, mejor comportamiento, valores que se les enseñan en el aula y ellos los llevan a sus casas y se replican”, sostiene la profesora.

También se les ofrece merienda y almuerzo, debido a que la jornada comienza a las 7:00a.m. y termina a las 3:00p.m.

El entorno natural influye positivamente en todo el equipo de trabajo, en los padres y en los estudiantes, pues una de las bases para obtener resultados positivos es trabajar en  espacios amplios y tranquilos, lo que ayuda al aprendizaje, asevera.

Los más pequeños tienen un centro especial de aprendizaje, lo que no existe en otras escuelas.

Hay evidencias palpables de buenos resultados con el método de atención a los niños, desde bebés, en una sala de estimulación con dos estimuladoras. Ese seguimiento lo llevan a casa, y esos mismos niños llegan al pre-maternal, hasta el noveno grado.

 

Comunidades diferentes

En el caso de la escuela Nuestra Señora de La Merced, en El Chorrillo, se usa el mismo sistema, aunque es una escuela pública que recibe apoyo del Ministerio de Educación, regentada por los Mercedarios. El colegio Federico Humbert en Burunga, creado en 2013, es más privado, pero en alianza con el Ministerio de Educación. Cada uno está contextualizado en el entorno de su comunidad.