El reto de ser madre y pobre es una carrera de obstáculos

Las madres son uno de los grupos sociales más afectados por la pobreza. No solo tienen mayores probabilidades de padecerla, sino que sus consecuencias las transcienden, pues influyen también en la calidad de vida de sus hijos y contribuyen a su reproducción intergeneracional, es decir, es probable que sus hijos, sus nietos y descendientes también la padezcan. Trabajo e hijos, combinación que no siempre es fácil.

Con esto no estamos diciendo que no hay que ser madre, que no hay que tener hijos, lo que estamos diciendo es que el modelo económico social, concentrador y excluyente en que vivimos, golpea más duramente a la mujer madre y a sus hijos. A diferencia de la dinámica de la pobreza masculina, que se vincula principalmente con la pérdida de empleo o de ingresos, la pobreza femenina está relacionada también con las restricciones que la vida familiar impone al trabajo remunerado de las mujeres. Las madres no tienen las mismas oportunidades en el ámbito laboral que los hombres y que las mujeres sin descendencia, ya que todavía sufren las desventajas de una “potencial maternidad” no consiguen participar en un mercado de trabajo regular. Las madres que viven en la pobreza, a menudo se ven privadas del acceso a beneficios como los préstamos, tierra, tecnología, etc. No se recompensa ni se reconoce su trabajo. Sus necesidades en materia de atención de la salud y nutrición no son prioritarias, carecen de acceso adecuado a la educación y a los servicios de apoyo, y su participación en la toma de decisiones es mínimo.

Feminización de la pobreza.

El estudio titulado “Mujer latinoamericana y empleos: desigualdades, avances y retos del futuro”, (OIT, 2017) denuncia que en la última década la brecha que separa a las mujeres pobres de los hombres aumentó como resultado de lo que se ha llamado la “feminización de la pobreza”. Y es que las mujeres latinoamericanas sufren más el desempleo, consiguen peores trabajos, cobran menos en igualdad de condiciones y, lización. Es una labor sin paga, sin derechos laborales, sin jubilación y sin reconocimiento, que falsamente se califica como actividad “natural”.

Menor poder de decisión

No participar en el mercado de trabajo y no contar con ingresos propios no implica sólo más pobreza a nivel familiar, sino que con frecuencia, estas mujeres madres, tienen un menor poder de decisión sobre el destino de los recursos del hogar, a la vez que coloca a muchas mujeres en una posición de mayor desamparo ante una modificación en la composición familiar, como el abandono del hombre o el adulterio.

Se puede cambiar esta situación

Los expertos en el tema (sociólogos, economistas y organismos internacionales) coinciden en que “la transformación de las actividades económicas de la mujer requiere reformas profundas, por ejemplo: políticas que abran a la mujer el acceso a la tierra y a los medios de explotación, al crédito y a la tecnología; medidas financieras que favorezcan el trabajo independiente de la mujer; y programas de formación que las habiliten para el trabajo remunerado. Es preciso concebir un acercamiento más orientado hacia la mujer-madre en la formulación de programas y políticas de desarrollo económico y social.”

Palabras del papa sobre las madres “Una sociedad sin madres sería una sociedad deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral”, dijo Francisco durante una catequesis (2015). Lamentó que muchas veces no se le dé la importancia que le corresponde. “Es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su rol central en la sociedad”, señaló, e incluso “a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos para ‘ahorrar’ en los gastos sociales”. “Las madres viven un martirio eterno” El papa Francisco también citó al Arzobispo de El Salvador, Mons. Oscar Arnulfo Romero -asesinado en 1980-, quien dijo que “las madres viven un ‘martirio materno”. Se trata de “una entrega total, sin aspavientos, en el silencio, la oración, el cumplimiento del deber. Ir dando la vida poco a poco como hace una madre por su hijo”. Ser madre “es también una elección de vida” que es la de “dar vida”, dijo el Papa. Luego añadió: “esto es grande, esto es bello”.