Las autoridades panameñas acordaron con Colombia restringir a 650 por día el número de migrantes que crucen la frontera entre ambos países. Mientras la Iglesia clama por la creación de corredores humanitarios entre Colombia y Panamá.
Meredith Serracín/Betzaida Toulier U.
Exponiéndose a un sinfín de riesgos, han atravesado la selva del Darién unos 55 mil migrantes irregulares en lo que va del año 2021, lo que representa el 33% de la migración que ha entrado al país desde el 2013.
La situación supone importantes desafíos, en cuanto atención de emergencia y tránsito migratorio, ante esta situación, autoridades de Colombia y Panamá
acordaron restringir a 650 por día el número de migrantes que crucen la frontera entre ambos países.
Mientras, la Conferencia Episcopal de Colombia, la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas, CLAMOR y el Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC) advierten, a través de un comunicado, que se hace necesario la creación de corredores humanitarios entre Colombia y Panamá.
Escenario actual
Acuerdo Se estableció una cuota escalonada hacia la baja para el ingreso de migrantes por Darién durante el mes de agosto.
Estadísticas En enero de 2021 llegaron a Panamá alrededor de mil migrantes irregulares. En julio el número se elevó a casi 20,000.
Atención En Panamá único país que toma las huellas dactilares y la información necesaria para asegurarse cumplan con las medidas de seguridad.
Una reunión inédita
Ante el escenario de los últimos meses, con la entrada diaria de hasta 1,500 migrantes, sobrepasando la capacidad de los campamentos en la provincia de Darién y frente el hacinamiento en el poblado colombiano de Necoclí, el gobierno panameño sentó a sus pares de la región en una reunión inédita.
En su mayoría haitianos, cubanos y extracontinentales hacen esta peligrosa travesía, con el objetivo de llegar a Norteamérica, escapando de la violencia y precaria situación económica de sus países, sin embargo, con la pandemia este número se ha incrementado descontroladamente.
La canciller panameña Erika Mouynes destacó que la crisis de migrantes irregulares no es un problema de Panamá, sino de toda la región, en el cual se tiene que acordar una corresponsabilidad que vayan más allá de los discursos.
Mouynes explicó que se estableció una cuota escalonada hacia la baja para el ingreso de migrantes por Darién, empezando con 650 migrantes diarios durante el mes de agosto y a partir de septiembre, 500 con días especiales (de martes a domingo).
Como referencia, la ministra panameña señaló que sólo en enero de 2021 llegaron a Panamá alrededor de 1,000 migrantes irregulares, mientras que el pasado mes de julio el número se elevó a casi 20,000.
Samira Gozaine, directora de Migración, proyectó que para el 2021 este fenómeno migratorio podría terminar con un número cinco veces mayor al 2018, cuando pasaron por Panamá 26 mil migrantes irregulares.
Ante este escenario, las autoridades panameñas buscarán visibilizar con la comunidad internacional el trabajo humanitario que hace Panamá con los migrantes irregulares y para el cual no recibe cooperación como otros países.
Gozaine reiteró que Panamá es el único país que le brinda seguridad a estos migrantes, “le toma las huellas dactilares y la información necesaria” para asegurarse que las personas que transitan por el país cumplan con las medidas de seguridad.
En esa línea han propuesto tomar medidas conjuntas como la biometría, conformar un equipo para combatir la trata y el tráfico de personas y la posibilidad de implementar medidas legales como un visado de tránsito.
La Iglesia se pronuncia
Un comunicado de la Conferencia Episcopal de Colombia, la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas, CLAMOR, y el Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC) clama por la creación de corredores humanitarios entre Colombia y Panamá.
Panamá y Colombia implementarán medidas legales para combatir la trata y el tráfico de personas.
“Como Iglesia, nuestro llamado es brindar al prójimo una atención efectiva que provoque una orientación para alcanzar su bien gratuitamente y un servicio caritativo. De esta manera, elevamos el llamado del Santo Padre de “acoger, proteger, promover e integrar” desde la buena voluntad, la generosidad, solidaridad, reconocimiento de la dignidad humana y de generar empatía ante el momento en crisis que atraviesan”.
Los obispos solicitan que “se realice un trabajo conjunto entre gobiernos, organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, instituciones y las propias comunidades de acogida, para humanizar la atención y el trato hacia los migrantes y garantizar mínimos de asistencia en alimentación, salud y convivencia, teniendo en cuenta las condiciones de vulnerabilidad del territorio en términos económicos, socioambientales y de acceso a servicios”.
En números
55 mil migrantes irregulares han pasado por Panamá hacia Norteamérica.
1% de los migrantes irregulares que entran piden asilo en Panamá.
54% de los migrantes son haitianos y de esos el 78% provienen de Chile donde les permitían trabajar, otros de Ecuador y Brasil.
22% de los migrantes irregulares son cubanos que atendieron la convocatoria de Panamá.
Instan a establecer, donde no existan, lugares de recepción temporal de migrantes que tengan las “condiciones mínimas para garantizar los derechos fundamentales y así evitar situación de vulneración social como la trata de personas”.
Por último, piden que se trabaje en conjunto, autoridades, Iglesia y movimientos eclesiales, en favor de los migrantes que “claman apoyo para continuar su tránsito, partiendo de la comprensión de su situación y del reconocimiento como seres humanos con una emergencia que los impulsa a una movilidad llena de riesgos, de necesidades y de desafíos constantes”.
La ruta
Para su travesía por Panamá, los migrantes irregulares salen de Capurganá en Colombia, atravesando el peligroso corredor selvático del Darién hasta llegar a Bajo Chiquito, en donde se toman sus datos.
Una vez ahí, pagan aproximadamente 50 dólares para tomar una piragua que los llevará hasta la comunidad de Lajas Blanca, en donde son distribuidos en dos estaciones migratorias del Servicio Nacional de Fronteras.
En estas estaciones, los migrantes esperan entre dos a tres días para seguir su ruta, esta vez en autobús hasta la estación receptora del Senafront en Los Planes de Gualaca, provincia de Chiriquí, viaje por el cual pagan 40 dólares. De ahí su paso final hacia Costa Rica.