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Los PAO, una experiencia a replicar en Panamá para la atención a los migrantes

Los PAO, una experiencia a replicar en Panamá para la atención a los migrantes

Es importante establecer vínculos fraternos de comunicación y compromiso de Iglesia, no podemos ser indiferentes ante el fenómeno de la migración. Como Iglesia debemos salir del encuentro de aquellos que sufren.

 

Por Eunice Meneses Araúz

Si bien es cierto que la situación migratoria rebasa las acciones que los Estados, instituciones nacionales e internacionales puedan hacer, siempre habrá mecanismos que ayuden a disminuir el impacto que tiene en las personas y familias a salir de sus tierras, en busca de mejores condiciones de vida, en lo que se les ha denominado el “sueño americano”, pero que en el recorrido hacia el Norte se convierte en una verdadera pesadilla.

En la Diócesis de Apartadó, Colombia, la Iglesia Católica ha creado el Punto de Atención y Orientación (PAO) que ofrece a la población refugiada y migrante, especialmente para que obtengan Información confiable y segura, sobre las condiciones migratorias de los países y los peligros en las rutas que vayan a seleccionar.

Con el fin de conocer esta experiencia, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta viajó con una delegación, del 7 al 11 de mayo, a la Diócesis de Apartadó, al Municipio de Turbo, donde fue atendido en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, por su párroco Padre Neil Mena.

 

La parroquia se ha convertido en un epicentro para la atención de migrantes.

 

En sus instalaciones se ubica el comedor para estas personas que, en su mayoría, están en la calle y también están las oficinas del PAO en Turbo, administrada por la Pastoral Social.

Para el Padre Neil, la migración es un desafío para la Iglesia, porque a pesar de las muchas restricciones y abusos de toda índole que se dan en las rutas hacia el Norte, la migración no va a parar y en consecuencia la Iglesia está en la obligación de atender a esta población.

 

Experiencia en Turbo y Necoclí

Durante su visita a los Municipios de Turbo y Necoclí se hizo evidente la presencia de los migrantes, unos en situación de calle, que se ven en las veredas y en las orillas de las playas, respectivamente. En ambos lugares, la atención al migrante por parte de la Iglesia se centra en dar alimentos en comedores, en asesoría legal para regularización de documentos, en salud y acceso al agua potable.

En ambos lugares coinciden en que la mayor migración es la de los venezolanos, luego ecuatorianos, haitianos, colombianos y chilenos. En el caso de Necoclí se observa migración de países asiáticos, con un mayor poder adquisitivo.

Para el Padre Leonidas Moreno Gallego, director de la Pastoral Social de la Diócesis de Apartadó, es importante establecer vínculos fraternos de comunicación y compromiso de Iglesia. No podemos ser indiferentes ante el fenómeno de la migración. Como Iglesia Samaritana debemos salir al encuentro y atención de aquellos que sufren.

Fue también lo que destacó Monseñor Ulloa. “La Diócesis de Apartadó, a través de la Pastoral Social, ha dado respuesta de manera efectiva, por medio de los PAO, que es una marca que integra un trabajo en redes de varias organizaciones, que permite dar una mejor atención personalizada a nivel físico y espiritual», dijo.

El PAO, además, acompaña a los migrantes que por no tener recursos deben permanecer más tiempo; y llevan un registro estadístico que es tan importante en estos tiempos, apuntó monseñor Ulloa.

 

A lo largo de las calles se ven las carpas de migrantes.

 

En Turbo

La experiencia de Turbo incluye un monitoreo frecuente en el Puerto, donde generalmente pernoctan los migrantes; se atiende diariamente un promedio de 20 a 30 personas en las oficinas del PAO.

Cuenta con un comedor que da alimentación diaria, tres veces al día, a 350 personas.

Al igual que en Necoclí atienden a los migrantes de tránsito rápido, los de tránsito prolongado son aquellos que se han quedado sin recurso económico hasta que lo obtienen para salir; y con vocación de permanencia, estos últimos se dirigen a otros municipios de Colombia.

Un aspecto importante que brindan es el sistema sanitario que les permite a los migrantes en calle, asearse y hacer sus necesidades básicas, especialmente a las niñas y las mujeres. Las pastillas para purificar el agua, es otro aspecto que atienden.

 

En Necoclí cada persona debe pagar 300 dólares de pasaje.

 

En Necoclí, otro punto de salida de migrantes

En el comedor de Necoclí se hace un trabajo intercongregacional entre las Hermanas de San Juan Evangelista, las Dominicas de la Presentación y las Hermanas Franciscanas, para atender una población migrante.

Margareth Pericle, hermana Juanista y nativa de Haití, destaca que se dan alimentos, que no es solo lo que ofrecen sino también escuchar a los migrantes, orientarlos, visitarlos en la playa o a los hostales donde se hospedan, para conocer sus necesidades y poder orientarlos.

Destacó que de lunes a martes se entregan  200 platos de comida para mujeres y niños, y  de miércoles a viernes, unos 350 platos de comida, que generalmente son más, pero siempre se multiplican los platos para darle un poquito a cada uno.

Para la Hermana Margareth es un servicio muy bonito, porque ven el rostro de Jesús, y además en el migrante “contemplamos nuestra propia realidad”.

En tanto, la Hermana Cecilia Arias, Franciscana, informó que, para darle alimentación dignamente a los migrantes, salen desde muy temprano a la playa, y se les entrega una ficha para retirar la comida. Es una atención que se hace con cariño, ante las muchas necesidades que ellos tienen.

Adriana Rasero, de la Pastoral Social, una colaboradoras que cocina y lava los platos, afirmó que “me gusta hacer este servicio con amor, me conmueve ver a los niños haciendo la fila para comer”.

Antes de entrar a retirar los alimentos, se hace una oración de acción de gracias. En esta oportunidad le correspondió a Monseñor Ulloa, quien leyó el mensaje del Papa Francisco a los migrantes, destacando que “no se olviden nunca de su dignidad humana. No tengan miedo de mirar a los demás a los ojos porque no son un descarte, sino que también forman parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios”.

También monseñor Ulloa agradeció a los cooperantes, como Adveniat, por el salón comedor de atención de migrantes, y los animó para que sigan apoyando a estas personas que salen de sus países expulsados por las condiciones infrahumanas en las que viven.

 

Ruta de los migrantes hacia Panamá

Los cientos de migrantes salen de Turbo y de Necrocí en lanchas hacia Acandí y Capurganá  para adentrarse a la selva del Darién en Panamá. Y a partir de ahí, se recrudece la travesía donde son violentados, robados por gente del mal vivir, y no pocos mueren por lo peligroso de la región.

Aun así, el flujo migratorio no se detiene, porque aún en sus países de origen se mantienen las causas que hacen que la gente salga de sus tierras.

Las alianzas entre las Conferencias Episcopales fronterizas, con flujos migratorios, buscan estrategias para poder acompañar a migrantes y refugiados. Para el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, la experiencia del PAO es un modelo que se puede replicar en los países.

 

Seguimiento y compromiso con migrantes

Oficina de la PAO en Turbo.

La gira realizada por el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, es un seguimiento del Encuentro de Obispos de frontera entre Panamá, Colombia y Costa Rica, realizado del 19 al 22 de marzo de 2024.

El evento fue llamado “Pascua con nuestros hermanos migrantes”, donde además participó la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Red CLAMOR); comisiones locales de Pastoral Social de Cáritas y Movilidad Humana, y el Vicariato Apostólico de Darién, entre otros.

El programa incluyó también la visita y un momento de oración en el Campo de acogida de Lajas Blancas, en las afueras de la selva de Darién, en donde viven alrededor de 3,000 migrantes.