La devoción a las personas santas, que habitan la Patria Celestial, no es un tradición de exclusividad cristiana. Esta práctica se encuentra en el Antiguo Testamento, casi 200 años antes de Cristo.
Movimiento Semper Gaudens
Los Macabeos (Martillo) eran personas de mucha fe que se enfrentaron a los griegos que propagaban creencias contrarias a los 10 mandamientos recibidos por Moisés. Los griegos habían paganizado la sociedad que cultivaba el respeto a Dios y el amor al prójimo, incluso habían colocado un ídolo dentro del Templo de Jerusalén, pero los Macabeos recobraron y purificaron el Templo para que solo se diera culto al Único Dios verdadero, (2Mac. 10, 5-8).
Dentro de ese clima de guerra, los griegos se propusieron acabar con las actividades de Judas Macabeo, quien daba aliento a los creyentes para que no se dejaran intimidar por las amenazas de los griegos paganos, les citaba las Sagradas Escrituras para darles confianza de que la providencia divina los ayudaría a derrotar a sus enemigos.
También Judas Macabeo les narró una visión (sueño), en la cual vio al difunto y fiel sacerdote Onaís, orando con las manos extendidas, acompañado del también difunto Profeta Jeremías, que rogaba intensamente por el pueblo de Dios, también le dio una espada de oro para que alcanzara la victoria sobre el paganismo, (2 Mac. 15, 11-16).
Lastimosamente, los hermanos separados sacaron el libro de Macabeos de sus Biblias, por eso no valoran la intercesión de los Santos, predicada desde el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento recuerda que los Santos reciben perfumadas oraciones, en copas de oro y las presentan arrodillados ante Dios, ya que, en el Cielo, los Santos siguen intercediendo por sus demás hermanos, (Apc. 5, 8).