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Ayudar a los niños a través de los niños es parte de la misión

Ayudar a los niños a través de los niños es parte de la misión

Hoy son millones de «pequeños misioneros», distribuidos en parroquias, escuelas y movimientos de los cinco continentes donde está presente la Infancia Misionera.

 

Por Karla Díaz

Edgar Morán inició su participación en Infancia y Adolescencia Misionera cuando apenas tenía 11 años, gracias a su mamá quien lo llevaba a los encuentros. Esto le permitió ir desarrollándose y tener un crecimiento espiritual muy bonito, sobre todo en el tema de la misión, por la cual desarrolló un cariño especial.

Hoy Edgar es secretario nacional de la Obra de la Infancia y Adolescencia Misionera, y junto al director encargado, padre Samuel Álvarez, se encarga de promover y coordinar a nivel nacional la formación, comunión y la cooperación misionera de los niños y animadores que pertenecen a la obra.

“Creo que los niños son grandes maestros, de ellos aprendemos, y es una oportunidad también para colaborar con la misión y cumplir con ese propósito que Dios nos manda entendiendo que hoy son ellos, nuestros niños y adolescentes, el futuro de nuestra sociedad”, dijo Edgar

Agregó que por eso es importante formarlos de una manera integral con valores y principios, y que entiendan la importancia de amar a Dios y al prójimo, haciendo que colabore desde su papel en ese mensaje de amor y salvación que Dios nos encargó.

 

Pero ¿de qué se trata esta obra?

La Infancia y Adolescencia Misionera es parte las Obras Misionales Pontificias (OMP). Son un instrumento para atender la gran necesidad de las misiones o los misioneros donde se encuentran. Las OMP van  a ser un puente de esa labor de evangelización para todo el mundo, y ofrecer un apoyo espiritual y material para que los misioneros puedan hacer el recorrido de su camino hacia el reino de Dios.

 

Actualmente está presente en más de 117 países.

 

Así lo aseguró el padre Samuel Álvarez, director actual de la Obra Infancia y Adolescencia Misionera. En cuanto a la finalidad, el padre destaca que como toda obra de misión tienen que  fomentar una cooperación misionera universal, promover un espíritu misionero, informar sobre la vida y necesidad de la misión, ayuda a contribuir a las iglesias locales para que oren las unas por las otras y enviando misioneros y materiales a distintos lugares, logrando una unidad para trabajar coordinadamente.

En este sentido, señala el sacerdote, la Infancia Misionera nace con el propósito de proporcionar una asistencia espiritual y material a los niños de toda la tierra, y de hecho  es la primera iniciativa mundial de atención a ellos.

“Los niños no son simples receptores de ayuda, ellos son los protagonistas de la acción misionera. Por eso hay una colecta que ellos hacen para ayudar a otros niños que están en territorio de misión”, concluye.

 

Salen a las calles, evangelizan desde sus realidades.

Y si mi niño asiste, ¿qué recibe?

Se le ofrece una escuela de solidaridad, una escuela para niños para que se hagan misioneros, y eso les ayuda a crecer en su  formación hasta la etapa antes de entrar a la Primera Comunión, y después que salen de ahí, a la etapa antes de entrar a la Confirmación.

 

¿Cómo nace esta obra misionera?

La Obra de la Infancia Misionera fue fundada en 1843, por un Obispo francés, monseñor Carlos Augusto de Forbin-Janson, motivado por las cartas y noticias de misioneros que le escribían desde China, contándole la difícil situación de las niñas de ese país.

Fue así como comenzó a pedir ayuda, y de acuerdo con Paulina Jaricot, que en 1822 había fundado la Obra de la Propagación de la Fe, pensó en otra obra en la que los niños cristianos ayudarían a los niños de los países de misión, con sus oraciones y algo de dinero al mes.

Cuando monseñor Forbin-Janson murió en 1844, la «Santa Infancia», hoy «Infancia Misionera», agrupaba a niños de 65 diócesis de Europa, y pronto se extendió también por América, Oceanía, Asia y África.